La autolesión, cualquier forma de producción de dolor, es una forma de expresar el sufrimiento, una forma no verbal de comunicación donde los sentimientos se transmiten visualmente a través del cuerpo. El cuerpo se convierte en ese lugar donde atenuar el dolor y la angustia.
Generalmente, se usa para liberarse de sentimientos de rabia, ira, tristeza, soledad, rencor y dolor emocional. Se efectúa para liberar las emociones que el/la autolesionad@ no puede expresar. A veces, ante el sentimiento de no estar vivo, l@s autolesionador@s se cortan para cerciorarse de que siguen vivos.
El alivio es provisional y conviene repetir el acto para alejar aún más la angustia, lo que puede llevar, eventualmente, a una forma de adicción.
Los motivos para que alguien se autolesione pueden ser distintos:
- Para evadir un malestar emocional.
- Para llamar la atención.
- Para castigarse.
- Por sentimientos de vacío crónico.
- Como conducta parasuicida.
- Para asumir un control sobre situaciones que sobrepasa a la persona.
Este comportamiento se utiliza a veces para aliviar dolores emocionales fuertes, ya que es más fácil controlar el dolor físico que el emocional. La sensación de dolor produce una cierta liberación de ansiedad. Algun@s adolescentes se realizan heridas en momentos de crisis o de sufrimiento, porque el dolor físico les ayuda a soportar su sufrimiento psicológico y emocional. En otras circunstancias la autoagresión se utiliza para sentir poder sobre uno mismo.
Desafortunadamente, estamos siendo testigos de un aumento en el número de adolescentes que se autolesionan. Estamos frente a una conducta emergente, siendo su incidencia cada vez mayor, especialmente en las adolescentes.
Los comportamientos de riesgo son también una forma de demostrar públicamente el sufrimiento interno. En este caso, el objetivo último, es la búsqueda de ayuda o comprensión. Si el entorno los entiende y comprende, pasan a ser apoyos esenciales para sostener al/la joven, para acompañarl@. De lo contrario, el/la adolescente puede caer en un vacío todavía mayor por sentir rechazo o incomprensión.
Las autolesiones nos dan un testimonio visible de una lucha contra un sufrimiento vinculado a una historia de vida, familiar o social. Son una solución provisional para no morir, de dar testimonio de sus intentos de volver a situarse en el mundo.
Aunque nos cueste comprenderlo, cuando el/la adolescente se autolesiona, es un modo radical de escapar del sufrimiento. Arrastrado por ese torbellino, el joven parece no tener ya dominio sobre la situación, pero en realidad lucha, trata de escapar del sufrimiento con medios que no son los mejores a ojos de los demás.
Estas conductas al filo de la navaja son un intento paradójico de retomar el control, de decidir acerca de sí mismo a cualquier precio.



