Antoine de Saint-Exupéry nos dice en El Principito que nuestro corazón es la sede de la correcta y verdadera mirada:
“Sólo se ve correctamente con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”.
Nuestra mirada es nuestra manera de estar en el mundo y manifiesta nuestro sistema de creencias. Desgraciadamente, desde nuestra niñez, hemos sido programados y educados con una mirada basada en la carencia. Poco a poco, se instala en nosotros el hábito de enfocarnos en los defectos y las debilidades, haciéndose cada vez más difícil percibir lo valioso. Pero no podemos obviar, o dejar de lado, la capacidad y el poder que tenemos a través de nuestra mirada de transformar, no sólo al otro sino, todo lo que nos rodea. Por extraño que pueda parecer, si nuestra mirada hacia el otro es limitativa, condiciona sus posibilidades de realización. Hay que destacar el poder devastador que esto tiene particularmente en los niños y los jóvenes.
Pero podemos asumir nuestra responsabilidad e intentar desprendernos de esta mirada que limita, desarrollando y ejercitando la mirada apreciativa: aquella que se enfoca en las virtudes y los talentos y posibilita que podamos reconocer y percibir lo que es valioso en el otro. Esta mirada potenciadora nos exige liberarnos de nuestros prejuicios y proyecciones para poder ver, como nos dice Saint-Exupéry, lo esencial: esa realidad desnuda de todos los velos con la que nuestras creencias la ocultan.
El propio Kant nos recordaba que «no vemos las cosas como son sino como somos nosotros« y parece que se hiciera eco de la idea que recoge el Talmud, según el cual, «no vemos el mundo como es, vemos el mundo como somos«.
Así pues, hay una realidad llena de belleza, abundancia y oportunidades que solo se manifiesta a aquellas personas que desarrollan la capacidad de apreciarla. La mirada apreciativa es una mirada hacia el otro y hacia todo lo que nos rodea, ayudándonos a despertar de nuestra ceguera que nos sitúa en la creencia de que todo es más oscuro de lo que en realidad es.
La mirada luminosa es esa mirada en la cual el que mira y lo mirado se dan luz.
¿Te animas a poner en práctica esta mirada luminosa y apreciativa y ver qué cambia a tu alrededor?
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